Santiago Nasar se levantó a las cinco y media de la mañana el día que lo iban a matar. Iba a recibir al obispo. Soñó esan noche con…

Entre visillos es la primera novela larga de la escritora Carmen Martín Gaite (1925-2000) con la que ganó el premio Nadal en 1957.
Primera parte
Capítulo 1
Lugar: Salamanca. Natalia recuerda en su diario la visita inesperada de ayer de Gertru, una amiga. Fueron a pasear al lado del río. Le contó que no va a volver al instituto, porque su novio Ängel no lo ve con buenos ojos, tras contarle que una compañera ha tenido un bebé. Estaba muy contenta con su novio. El chico le ha regalado una polvera de oro, la tenía guardada para su primera novia formal. Pronto va a ser la fiesta de su puesta de largo, que va a celebrar en el aeropuerto, ya que Ángel es capitán de avión. Natalia no va a ir a la fiesta, le puso como excusa falsa que sus hermanas no la dejan, cuando en realidad es ella la que no quiere. Gertru le describió el traje de noche que estrenará y de contenta que estaba incluso bailaba a su alrededor mientras se lo contaba. Natalia permaneció callada.
De pronto, una criada asoma por la puerta y la llama. Que si no va a ver los cabezudos y gigantes de las fiestas, que están pasando por debajo de casa. Desde el balcón y entre el barullo, Natalia ve a Mercedes y Julia, sus hermanas mayores, y a otra chica con ellas que vienen hacia casa. Esquivan como pueden a los gigantes. Han estado en misa. La chica de beige comenta que le ha parecido ver a Goyita en misa comulgando, aunque se suponía que todavía no estaba en la ciudad. La amiga se despide de Mercedes y Julia que van a entrar en el portal, pero estas la invitan a subir. La amiga se resiste, su madre la espera. Pero al final acepta. Se llama Isabel. Ya en la casa, decorada con muebles clásicos y muy limpia, comienzan a hablar de temas banales. Mercedes va en busca de Natalia. Isabel y Julia hablan de los romances por carta. Julia tiene un romance de esos ahora, y le parece que por carta no es forma de entenderse una pareja. Empieza a llorar. Le dice que no diga a Mercedes nada cuando venga. Le cuenta que ese novio a distancia quiere que vaya a Madrid, pero ella no puede, y el novio se enfada por ello, aunque él tampoco viene a la ciudad. Es guionista de cine. el caso es que le ha propuesto casarse enseguida, en cuanto se encuentren[ y a los pocos días. A Isabel le resulta extraña la actitud del novio. Entra Candela, la criada con el desayuno. Mientras tanto, Mercedes discute con Natalia, porque Natalia no quiere desayunar, dice que ya lo ha hecho, aunque es mentira. En realidad prefiere estar sola. Al final Natalia entra al comedor. Se la presentan a Isabel. Isabel dice que le parece que ya la conoce de vista, aunque es raro que con las veces que ha venido a casa, no la haya conocido. De rara y solitaria que es, dicen las otras. Mercedes, Julia e Isabel hablan de ir al casino, pero para que, si total las chicas jóvenes nuevas que llegan a la ciudad no dejan un chico libre. Chicas de la edad de Natalia, que tiene dicesiséis, pero que aún no se ha puesto de largo, ni quiere, dicen sus hermanas. Natalia es la más pequeña, de las hermanas, por diferencia además, dado que entre medio hubo un hermano que falleció. Le cuentan a Isabel que la madre de Natalia falleció en el parto y fue una tía suya quien las crió. Natalia calla y se hace un silencio. Luego pasan a hablar de la mermelada que están comiendo, de la peluquería.
Capítulo II
[Pablo Klein narra en primera persona] Llegué a Salamanca en septiembre, tras un largo y cansado viaje. A poco de llegar el tren se averió y estuvo parado un buen rato. Desde las ventanillas del tren llamaron a un chico que pasaba por allí, pidieéndole que les trajera del pueblo algo de beber. En el tren he conocido a una chica de rosa que iba con su padre en mi departamento. Por las conversaciones que tuvo el padre con un amigo que se encontró al bajarse del tren en la avería supe más de la chica, que le gusta el baile y divertirse. El chico volvió con unas sandías, yo tambiñen compre. La chica de rosa comenzó a hablar con una chica de vestido a rayas, que venía de Madrid y se quejaba de que había hecho el viaje con viejos. Finalmente trajeron otra máquina locomotora. Todos al tren. Llegamos al anochecer, vi como se despedían las dos chicas y que a la chica de rosa la esperaba su madre. Cogí un autobús pequeño, dije al chófer que quiere ir al Instituto de Enseñanza Media. El autobús inició el recorrido, estremeciéndose completamente. Eran fiestas en la ciudad, había luces por las calles. Una procesión. Eché un sueño y cuando desperté casi todos se habían bajado. El chófer me dió conversación, sin más. Llegamos al Instituto, un edificio triste y gris. Me bajé y entré al edificio. Una señora limpiando me avisó, cuando enfilé las esacleras, que no había nadie arriba, y que el bedel no estaba. Pregunté por la residencia. No había residencia, me contestó. Pregunté por el director, y me dijo que hacía cinco días que se había muerto. Me dió su dirección. No podía hacer nada más. Salí fuera y me quedé en el puente sobre las vías. Un barrio pobre y deprimente. Pensé que tenía buscarme una pensión.
Capítulo III
Durante el rato que hablaron, la chica de rosa, Goyita, se sintió inferior a la chica de rayas al contarse su verano en San Sebastián. La chica de rayas contaba sus fiestas en el hotel de lujo María Cristina, sus salidas en yate, mientras ella estaba en una humilde pensión y solo iba a la playa. Para salvar su vernao, Goyita le contó que conoció a un mejicano en el Tenis, la última de las dos vecces que fue allí, pero la chica de rayas no le hizo mucho caso. Al subir al tren, se imaginó que el mejicano llegaría con un ramo de flores, pero no ocurrió nada de eso y se puso triste.
Al llegar a Salamanca, la primera cosa que hizo fue preguntarle a su madre si había vuelto Tpñuca. Que sí, le respondió su madre, pero no le pudo contar nada más de ella. Salió a la calle, iluminada para las fiestas. Se encontró con un militar conocido y se echaron a pasear juntos. Le pregunta también a él por Toñuca, y este dice que estará en el Casino, con indiferencia. En casa, su hermano José María cuenta que unos franceses está en casa de Toñuca y que andará de auií para allá con ellos. Cuenta cosas del campamento del que acaba de llegar: que si un vasco hizo una parodia sobre los militares. Goyita permanece indiferente. Llama a Toñuca pero no está en casa, dice la criada, Goyita dice que le digan que no llame, que se a a dormir. Al día siguiente llamó a la chica de Madrid y fueron al Casino. Se sentaron con Mercedes, Isabel y otras chicas. La chica de Madrid le dice en privado que sus amigas son un poco viejas. Goyita se disgusta algo. Al día siguiente lleva a la amiga a la Catedral y al final se encuentran con Toñuca y sus amigos franceses. Todos hablan animadamente, menos Goyita que parece disgustada y que al final se a casa, dejándolos a todos plantados. En cada, José María, su hermano, le pide que le presente a su nueva amiga, a cambio de una noticia bomba. Después de una pequeña discusión, que si me la presentas, que me cuentes lo que me tienes contar, finalmente su hermano le dice que Manolo Torre está en la ciudad. Goyita se queda perpleja, no se lo cree. Que sí, el hermano, que ha estado con él tomando unas cañas, que estaba con una chica. Goyita simula indiferencia. Manda a su hermano de su habitación, pero nerviosa por la noticias, finalmente llama al hotel en el que cree que está de Manolo Torre. Al contestar Manolo el teléfono, Goyita cuelga.
En ese momento antes de la llamada, Manolo estaba con un amigo, Ángel, aviador. Le ha enseñado Manolo una foto de una chica de dieciséis años, para presentársela, con planes incluso de casarse. Mientras Manolo va al teléfono y le espera para ir a los toros, mira la foto. Sueña con la chica que aparece ante sí. En la foto, viene su nombre. Gertru.
Capítulo IV
[Pablo Klein narra en primera persona] Muerto el director, el motivo del viaje se esfumó y sólo podía tener como aliciente visitar la ciudad donde crecí, casi como turista ahora. Le asaltan recuerdos de lainfancia. Habían demolido ya el chalet donde vivían. Lleva ya tres días en la ciudad y decide ir a casa del difunto director del instituto, don Rafael. Cuando llega a la casa, se encuentra on un nutrido grupo de gente. En un momento en que la hija de don Rafael, Elvira, desconocida hasta entonces para Pablo Klein, despide a algunos de losp resentes se cruza con la mirada de Pablo e inician una conversación. Elvira le reconoce de inmediato. Es el hombre que aparece a su lado en una fotografía tomada en Suiza y que la noche pasada encontró finalmente tras buscarla con aínco. Ella quiso acompañar a su padre en ese viaje a Suiza pero al final no pudo y tuvo que quedarse en la ciudad. En la ciudad y en esa casa en la que se ahoga, dice. No soporta las condolencias y pésames continuos. Pide perdón a Pablo por sus palabras y se echa a llorar. Una amiga la invita a ir a descansar, y a regañadientes se retira, no sin antes presentar su hermano Teo a Pablo. Se sienta con Teo, encajonado, entre un montón de gente. Comenta Teo que sabía de Pablo, pero que no abrió el último telegrama que envió porque su padre ya estaba moribundo. Pablo le comenta que le ofreció un puesto de profesor de alemán, pero que le daba igual, porque lo que buscaba era volver un timpo a su ciudad. Teo dice que hablará con el nuevo director, Pablo no le quiere incomodar, la conversación es muy superficial, como la de la gente de alreddor. Teo le pregunta cosas, pero Pablo no puede quitarse de la cabeza a Elvira. Finalmente se despiden, Pablo quiere retirarse a la pensión. Le presentan a Emilio, que le acompaña. Inician una conversación interesante: Emilio dice que es un solitario y que nunca se aburre solo, alaba a Elvira y sus hermanos. Le habla de filosofía, quiere ser poeta, pero a la vez, cosa rara, prepara oposiciones a Notarías. Ven un grupo de niños jugando, y Emilio le pregunta si le gustan los niños; depende, dice Pablo. Emilio está citado con otros amigos, en el estudio de uno de ellos que es escultor. Le invita y Pablo le dice que otro día mejor. Se despiden y Pablo va a la consigna a retirar su equipaje.
Capítulo V
Natalia, Gertru y el padre de esta salen de los toros, entre la multitud, a trompicones. Gertru propone a Natalia ir al Casino, Natalia se resiste, Gertru se ofrece incluso a pnitarle los labios para la ocasión. Al final Natalia acepta. Van a casa de Gertru a merendar y salen para el Casino. Allí en la entrada las espera Ángel, el novio aviador de Gertru. Presenta a Natalia, mejor dicho Tali, como la llaman las amigas. Entran. Está abarrotado. Manolo Torre les está guardando la mesa. Ya conoce a Natalia por la foto. Dijo entonces a Ángel que era una chica 10, Ángel comenta ahora que su amigo es muy exigente con las mujeres, y este añade como cumplido que a Gretru le pondría un 9 largo. Se presentan. Natalia responde con timidez. Manolo intenta vencer su timidez de forma algo paternal, con la superioridad del que tiene experiencia en la vida.
En otra zona del casino, están Marisol y Toluca. Ven a Manolo Torre, con natalia. Para ellas, manolo es el chico que le gusta a Goyita. Manolo también las observa. Gertru yÁngel salen a bailar. Manolo se queda solo en la mesa con Natalia, Natalia con actitud más bien esquiva, no quiere beber nada. La coge de la mano para sacarla a bailar. Natalia no quiere, no sabe bailar. Manolo, cansado, la deja sola. Fuera de lugar, empieza a marearse entre tanto bullicio y escribe una nota a Gertru diciendo que se va a casa. En el camino, pasa al lado de Manolo, que ya se ha acercado a Marisol, aunque no la conoce, y comienza a flirtear con ella. Marisol le sigue la corriente, está encantada. Al pasar Natalia, Marisol le advierte que es la chica que estaba sentada con él, pero Manolo dice que le dado calabazas. Natalia sale, respira el aire fresco aliviada. Al llegar al portal, le habla desde el balcón su hermana Julia. Salen a dar una vuelta. Natalia le propone subir a la torre de la catedral. Desde arriba, la vista es sobrecogedora. Julia empieza a llorar. Natalia le pregunta porqué. Le responde que papá no la deja ir a Madrid a estar con su novio Miguel. Y que su novio también está enfadado. Tiene 27 años y quiere casarse ya con él. Natalia intenta animarla y dice que debe pensar en Miguel, en su futuro.
Capítulo VI
[Pablo Klein narra en primera persona] Pablo va a la pensión América, donde se aloja, solo para dormir. Pero una noche no tiene ganas de ir a cenar fuera y se acerca al comedor de la pensión. Aparentemente no hay nadie, pero enseguida ve a una chica sentada en un rincón, rubia, muy emperifollada. La chica lo saluda. Le pregunta si es nuevo y Pablo contesta que no. Aparece la mujer responsable de la pensión y le dice que la mesa donde está sentado está reservada. Tras un tira y afloja sobre si va a cenar todos los días o no, la chica le ofrece cenar en su mesa, y así se lo propone a la casera. Pablo observa su brazo, y reconoce el brazo y la mano que vió en la ventana contigua al asomarse hacia afuera desde su habitación. La chica le dice que no le había visto desde entonces, pero Pablo le dice que está en la habitación de al lado, pero que a ella no le había visto hasta esa misma noche. La chica cree que le está vacilando. Le pregunta si tiene novia. Pablo dice que no. A ella le encanta la seriedad de Pablo. Durante la cena le cuenta que se llama Rosa, de nombre artístico Rosemary, y que canta y anima en el Casino. Le habla de su pueblo, de recuerdos. Bebe sin parar y al final se marea. La gente de alrededor los mira. Lleva a Pablo a su habitación, a enseñarle fotos de su pueblo . Sigue mareada. Pablo le quita los zapatos y la acuesta con cuidado. La chica llora. Está emocionada con Pablo. Al final se duerme, y sin hacer ruido, sin llamar la atención, Pablo se va a su habitación.
Capítulo VII
Julia va a confesarse, con el cura habitual, Don Luis. Le confiesa desde el principio que tiene sueños y pensamientos eróticos, frecuentemente tras ir al cine, y relacionados con su novio Miguel, recreándose con imágenes de cuando estuvo con su novio en Santander y anduvieron solos por la costa. El cura la tranquiliza, dice que todo eso ya se lo perdonó. Pero Julia dice que su tentación persiste,
y que ayer mismo le escribió una carta excitante, similar a las que le escribe él a ella. Pero dice que no ha mandado la carta
y que la va a romper. Julia rompe a llorar, pero el cura la tranquiliza, dice que su alama es pura y le pregunta por la boda. Julia cree
que será para primavera. El cura dice que no hay problema pero que no frecuente el cine. Julia dice que no hay problema, que esa tarde tiene intención de ir, pero que es para ver "Marcelino, pan y vino", una película inocente. Tras despedir al cura, reza un poco en la iglesia y sale al exterior. Rompe la carta que le ha escrito a Miguel. Y cuando llega al portal de su casa, para prepararse para ir al
cine, se encuentra con la sorpresa de Miguel esperándola, que ha venido desde Madrid. Miguel está exultante de volverla a ver y quiere llevarla al rio. Pero Julia dice que ha quedado en ir al cine con un par de amigas y que las tiene que avisar. Le reprende que no se haya afeitado, y que venga vestido de cualquier manera. Miguel acepta finalmente que avise a las amigas. Cuando llegan al punto de
encuentro, Julia presenta a Miguel a sus amigas, Isabel y Goyita, que le observan con curiosidad. Julia propone a Miguel ir al cine con las amigas, pero Miguel que ni hablar. No soporta a sus amigas. Pero no quiere discutir, la coge por los hombros para ir hacia el rio. Julia le pregunta si ha estado con su padre. Cuando se entera que ni le ha saludado, le reprende fuertemente. Miguel se defiende: no le apetecía. Miguel le pregunta asu vez si ha arreglado lo del permiso de su padre para ir a Madrid en invierno. No hay nada de eso, dice Julia. Y llorando dice que como quiere que su padre le deje ir a Madrid con la actitud que tiene. Miguel replica que tiene ya27 años, para hacer con su vida lo que quiera. Julia, que no entiende nada, y menos aún la ojeriza que tiene hacia su familia. Miguel se pone serio, ha venido desde Madrid para encontrarse con esta situación. Se enfadan. Julia le explica, que debe tener un carñacter más familiar, que no es posible que vena con buenos ojos que se case con él cuando ni siquiera les saluda. Miguel dice que es un tema que le aburre. Que no quiere discutir más. Y llegados al rio, quiere bajar con ella a un rincón escondido. Julia no quiere pero al final baja con él. La besa, finalmente.
Capítulo VIII
[Pablo Klein narra en primera persona] Pablo recibe una carta de Elvira, la hija de don Rafael, el director del instituto fallecido. En ella habla sobre sí misma, dice que es impulsiva, que estuvo muy nerviosa el día que se conocieron en el velatorio, y que tras conocerle supo desde el principio que algo espacial había entre ellos. Pablo no sabe que hacer y al final llama por teléfono a su casa. Coge Teo, el hermano de Elvira. No se atreve a preguntar por Elvira y pregunta por el trabajo de profesor. Teo le dice que el nuevo director está dispuesto a ofrecerle el trabajo. Pablo da las gracias y da recuerdo para su hermana. Finalmente, cree que lo mejor es que actúe como si la carta se hubiese perdido, de hecho piensa que incluso Elvira se ha arrepentido de haberla escrito. Un día, más adelante, va al instituto a hablar con el director. El director le comenta como serán sus clases: serán clases de chicas. Pablo dice que solo se quedaría hasta primavera, aunque el director le anima a seguir. De vuelta a casa le cuenta lo del trabajo a Rosa, y Rosa se extraña, le toma por loco, por no haber preguntado cuánto le van a pagar. Rosa le invita a ir al Casino y al final se decide. Llega solo, siente la mirada de las chicas, en grupos. Al final se encuentra con Rosa, que le presenta a algunos amigos, entre ellos Emilio, el aspirante a poeta que conoció en casa de Elvira. Emilio propone ir a un bar hasta la madrugada. Sus amigos lanzan irónicamente que Pablo ya tiene entretenimiento con Rosa. Pablo contesta secamente. Otro, que es militar, propone ligar con las chicas. Van a donde están ellas, y se encuentran con Goita Lucas. Pablo y Goyita se conocen de cuando vinieron en el tren, pero apenas se dicen una fórmulas de cortesía. Emilio le habla de Elvira, dice que está enamorado de ella y que ella lo sabe. Emilio se sorprende de que ella no le haya comentado nada. Se acercan dos chicas, para bailar. La que le toca a Pablo es coja. Bailando con ella, Rosa se inclina y le dice que quiere quedar con él en el bar. La chica coja se ofende por ser segundona en sus elecciones y menosprecia a Rosa. Y le deja plantado. Pablo no entiende la reacción. Se dirige donde Emilio. Emilio propone ir con su pareja de baile, Goyita con el militar y el mismo Pablo al bar de madrugada. Pablo propone ir con Rosa. Goyita no acepta que venga Rosa, no se mezcla con ese tipo de gente, dice. Pablo decide irse, enfadado. Emilio le intenta retener, en balde. Le asegura que ya volverá otro día al Casino. Y volvió, más de una vez, pero no vio más a Emilio. Iba por Rosa, de la que era un gran amigo. Iban luego juntos a casa, cogidos del brazo, pero como amigos. Los dos, algo errantes en lavida, como dice Rosa. Salen un día en barca, está guapísima a los ojos de Pablo. Pero Rosa tiene que irse de la ciudad. La lleva a ver el instituto, que le parece feísimo a ella. Van a la plaza Mayor, toman café. Van a la pensión. Rosa le ha dicho a la casera que le deje su habitación. Tienen una conversación sincera, triste y emotiva. Rosa le pide que la bese. Y Pablo la besa.
Capítulo IX
EN PROCESO (127 de 303 páginas ya resumidas)
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